En su nueva muestra “Estudios sobre el paisaje”, Julia Romano camufla el “collage” digital para hacer explícita la falta de inocencia del paisaje y de la mirada que lo construye.
Derivados de su proceso anterior, el de los “Paisajes prestados”, los flamantes “Estudios sobre el paisaje” de Julia Romano se concentran aún más en la apropiación de paisajes pictóricos a través del collage digital, con la salvedad de que ahora la artista deja de lado las texturas decorativas y se sirve sólo de la antigua tela reproducida, a la que anexa una fotografía paisajística subrepticia, casi invisible, que se funde con la superficie del óleo ancestral. Y ese gesto, en apariencia simple, despierta una serie de renovadas y estimulantes preguntas acerca del paisaje, la imagen y la mirada.
Lo curioso es cómo estos collages simulados que pueden apreciarse tranquilamente como un “todo” conllevan más un desdoblamiento que un sentido unívoco: las obras rebosan de dobleces y juegos de espejos, en tanto la textura digital pone en duda al paisaje, que se vuelve ambiguo, sospechoso, “histórico”, y con ello el collage deviene epistemológico, una Historia del arte comprimida y simultánea. Allí conviven las mímesis de Gainsborough, De Lorena y otros junto al paisaje ulterior instituido como reproducción y motivo imaginario, como souvenir, sumados al gesto (pos) moderno de la apropiación y la cita y finalmente al paisaje como imagen sin tiempo, como hiperpaisaje, tal vez la dimensión que más interesa; porque en estos trabajos al fin y al cabo no hay ironía, no hay gesto kitsch: Romano cree en el paisaje, pero ya no como representación, sino como realidad.
Así, tanto rigor analítico (tanto “estudio”) y deconstrucción no conduce en suma más que a la contemplación de una nueva belleza, un aura espectral que quizá se equipara a aquella que transmitían esos primerizos paisajes originales a sus antiguos espectadores. Con la diferencia de que esta vez la mirada se sabe expuesta, artificial, “estudiada”, nada inocente.
“La imagen me va llevando, me va contando cosas. Creo que en esta serie me metí más adentro… me volví más rigurosa –dice Romano–. Sigo ejerciendo un trabajo decorativo, pero esa belleza que en series anteriores era forzada y manipulada ahora emerge de manera natural y sutil, la imagen luce ligera y más auténtica”.
¿Por qué “estudios”? “La palabra me pareció indicada para hablar de proceso, bocetos, intentos y posibilidades. Las obras no se terminan en ‘ellas mismas’, sino que continúan en las otras. Hay algo de repetición, de usar una misma imagen y combinarla, intentar otros espacios, otras sensaciones”, responde Romano. Y continúa: “Por otro lado remite al estudio del género paisaje, a investigar su historia y acepción y usos contemporáneos. He conocido el poder de la mirada y el arte a lo largo de los siglos. Y estoy convencida, como dice Oscar Wilde, de que es la realidad la que imita al arte”.
Es la potencia de esa conclusión especular de la que se nutre la muestra de la artista: el paisaje impostado no consiste en la postal bucólica, sino en la imagen y la mirada como un nuevo paisaje fisiológico y cultural que la construye. Romano: “Verónica Molas lo deja claro en el texto del catálogo, cuando menciona que las imágenes emanan algo conocido, una idea de paisaje que tenemos cual inconsciente colectivo. El ojo está viendo lo que ya sabe… porque la imagen de paisaje nos la ‘enseñaron’ justamente Claudio de Lorena, Gainsborough, Constable. Y de ellos se deduce una especie de grilla. Si superponés una pintura y una fotografía vas a encontrar puntos que coinciden: el horizonte, la arboleda, la llanura, las montañas, las praderas y el ojo de agua o el curso de un río, un puente, un dejo de civilización. La imagen que armaron los artistas del paisaje ha sido tan contundente que la vemos repetida en el territorio que nos rodea. Pero eso que observamos es nuestro solo, es nuestra propia invención”.
En una serie de obras más pequeñas de la exposición aparece un elemento nuevo: la referencia a sitios como Tulum o Manaos sugiere usos más “turísticos” o “paradisíacos” del paisaje. ¿Hay algún rasgo de humor en la invocación de esas locaciones? “Trabajé con paisajes latinoamericanos para contraponerlos o hacerlos dialogar con las representaciones europeas, no las pensé desde la ironía –explica la artista–. Los paisajes del Caribe o la selva Amazónica son ‘estereotipos’ de paisajes bellos. En realidad hay una intención que viene del lado de la experiencia personal con respecto al espacio recorrido y vivido (el de mis viajes en estos últimos años) y el contraste con eso ajeno y lejano (e imposible) que son las pinturas del 1800”.
Finalmente, es en el collage más grande de “Estudios sobre el paisaje” en el que se avizora un cercano y conocido río villamariense, en el que aflora lo “local”: “Hay otro juego más que es el de la ‘propiedad’, en fotografías que no son mías sino que se las he pedido a mis padres y hermanas. En una oportunidad le solicité a mi madre que fotografíe el río de Villa María en otoño, ya que yo no podía viajar”, cierra la artista.
Muestra. “Estudios sobre el paisaje” puede verse en Artis (Lima 909) de lunes a viernes de 10 a 14. El 4 de septiembre, recorrido con la artista Julia Romano.
Medio: La Voz del Interior Autor: Javier Mattio Fecha: 22 de agosto de 2013 Link: http://www.lavoz.com.ar/ciudad-equis/reflexiones-sensibles