“En el collage cada elemento citado rompe la continuidad o la linealidad del discurso y lleva necesariamente a una doble lectura: la del fragmento percibido en relación con su texto de origen y la del mismo fragmento incorporado a un nuevo conjunto una totalidad diferente […] Así el arte del collage demuestra ser una de las estrategias mas eficaces para cuestionar todas las ilusiones de la representación.
…se toma al objeto particular de la naturaleza o la vida diaria como un signo convencional para una idea, y el objeto se usa “no para transmitir sus características naturales, sino aquellas que nosotros mismos le hemos prestado”.” (El objeto de la poscrítica- Gregory L. Ulmer).
Las imágenes se resuelven en una mixtura de formas reales y construidas. Espacios que se transforman en detrimento del color, la textura y los caprichos estéticos del ojo del artista. Elementos que van del surrealismo del collage, a imágenes de naturaleza kitsch, intencionalmente exagerados sus tintes, revestimientos, tamaños y proporciones.
Elementos preexistentes en otras realidades que reúno e integro en una nueva creación que deja de manifiesto esa ruptura que implica el collage, sin ocultar la naturaleza alegórica del fotomontaje. Rupturas de relaciones temporales y espaciales, rupturas en el lenguaje de cada elemento, en su discurso.
Los materiales duros se ablandan, los colores neutros se avivan. El espacio tridimensional se desarma, ya no puede recorrerse de manera ordinaria: no hay suelo donde pisar, o puerta que traspasar, desaparecen las referencias, se sellan aberturas, ya no existen claramente ni el arriba ni el abajo, ni el adentro ni el afuera.
Las fotografías son resultado de un juego entre el espacio y el tiempo y la cancelación de ambos. La mirada intenta ocuparlos, alojarse en ellos pero sabe de la imposibilidad de habitarlos porque no existen realmente. Son espacios de sueño, blandos, brillantes exponiendo su interior al afuera, haciendo de su belleza algo para compartir.