Muestra colectiva de 17 artistas cordobeses curada por Manuel Pascual, hasta el 4 de octubre en el Espacio 220 Cultura Contemporánea. Ciudad de Córdoba, Argentina.
CONDICIÓN URBANA. Desbordes / Fotografía cordobesa contemporánea.
CONDICIÓN URBANA es la primera exposición planteada como una producción genuina de 220 Cultura Contemporánea y marca el comienzo de una relación con la rica escena artística local, que auguramos será próspera y fructífera. El espacio de 220, desde su singular arquitectura y su impronta industrial, se ofrece como un potente marco para el desarrollo de esta propuesta.
El principal interés al plantear esta exposición está puesto en la posibilidad de integrar la producción de artistas locales cuyas obras ponen en evidencia a lo urbano como condición inherente, como contexto de producción y como matriz de sentido.
Aquí, la ciudad es tomada como un espacio simbólico desde el que emergen elaboraciones y miradas que, aunque no la tengan como eje u objeto de modo directo, están atravesadas por estas circunstancias y teñidas por su atmósfera.
Las ciudades contemporáneas son organismos complejos cuya realidad nos enfrenta a numerosos cuestionamientos. La densidad, la simultaneidad y la discontinuidad aparecen como elementos intrínsecos a la condición urbana, que hacen de la ciudad un fenómeno multidimensional, que admite tantas lecturas e interpretaciones como observadores se detengan en su análisis. Escenarios y habitantes, circunstancias históricas y coordenadas políticas, desarrollos y desplazamientos provocan la emergencia de discursos que interactúan y se retroalimentan de forma constante. En la ciudad todo es fractal, la escala cambia y las formas se replican. Los espacios, los objetos, las personas, las propiedades y las situaciones coexisten en una proximidad que ofrece e impone por igual posibilidades y limitaciones.
Estudios y estadísticas realizados por diversas instituciones nos informan que la población urbana, por primera vez en la historia de la humanidad, supera en cantidad a la población rural. Medios de producción, tecnología, información, organización económica, esquemas políticos y jurídicos son los pilares que sostienen esta expansión. La proliferación de lo urbano ya no es la excepción, un punto en una geografía, sino la norma de la transformación global a la que asistimos como protagonistas de nuestro tiempo.
La ciudad ha hecho de nosotros ciudadanos, habitantes, usuarios, individuo y colectivo. Es en la ciudad donde lo que acontece tiene mayor trascendencia, donde se sitúa el gran comercio, donde la cultura se desarrolla, donde el poder se concentra. Es en la (gran) ciudad donde hay que vivir para estar dentro del mundo. Pero, sin ninguna duda, son los modelos de ciudad los que están en cuestión a propósito de la tensión que se evidencia en las relaciones sociales: extremos que se alejan mas y mas, con tendencias que parecieran dramáticamente irreversibles.
Los conflictos sociales son inherentes a la ciudad precisamente porque los proyectos humanos son contradictorios, responden a demandas y valores diversos, a necesidades e intereses opuestos. No hay urbanismo sin conflicto, no hay ciudad sin vocación de cambio. La ciudad existe como encuentro de flujos, es aquí donde se manifiestan los ideales y donde las contradicciones se hacen mas evidentes: la tragedia y la comedia, la dignidad y la degradación de los hombres. En todos los tiempos la ciudad como aventura de libertad ha hecho del espacio urbano un lugar de disputa, conquista y realización de derechos. Se ejerce ciudadanía en el espacio público, en la calle y entre la gente, siendo uno y encontrándose con los otros, acompañado por los otros, a veces enfrentado a otros, articulando instituciones, transformando el espacio urbano en espacio político, el espacio político por excelencia.
La ciudad como tejido simbólico imbrica una trama de referencias que posibilita la cohesión y la identificación. Referencias que serán sitios, lugares, hitos, pero también fechas y acontecimientos que cristalizan y evidencian nuestros deseos, nuestros temores.
Los artistas no estamos ajenos a esto, mas bien todo lo contrario. Somos impregnados, abrasados y definidos casi genéticamente por estas condiciones, que nos atraen y nos empujan a reflexionar, producir e interactuar desde esta perspectiva, desde este lugar. Un lugar que ya no es físico o territorial, expandiendo la idea de ciudad, que hoy se extiende a través de los medios masivos, del consumo y de la ortopedia informática. En esta ciudad, que es a la vez todas y ninguna, que se traga y se desborda a sí misma como en una cinta de Moebius, es que encarnamos nuestra naturaleza, desplegando miradas, diagnósticos, conclusiones, resultado de la contemplación y de la (inter)acción.
En esta tarea nuestro relevo es la fotografía; nos valemos de sus formas porque estamos convencidos de su pertinencia y la afinidad de lenguajes con la materia que exploramos. La fotografía revela secretos de lo fotografiado, pero también del fotógrafo, de sus intereses, de su tiempo. Sabemos que lo más importante y lo más profundo de una fotografía no está dentro de la imagen, sino fuera de cuadro, mas allá de sus bordes. Esta exposición es una manifestación amorosa por un ‘objeto’ en permanente re-conocimiento. Una muestra sin postales, que se configura como un mosaico de hipervínculos y de citas sobre el que se despliega nuestra mirada.
Cristal lustrado y superficie opaca, que con lo filoso de sus formas nos interroga desde el muro.
Si el arte contemporáneo es una discusión, estos son algunos de nuestros argumentos. Elaboraciones que exceden largamente aquello a lo que se refieren y que, al tiempo que nos interpelan ofrecen pistas e indicios para decodificar y comprender ésta, nuestra condición urbana.La selección de las obras que integran esta exposición ha sido realizada siguiendo diferentes criterios, que pasan por lo poético, lo político, lo metafísico, que ponen de manifiesto ciudades y que se aúnan en la idea de que lo que vemos no es lo que se dice. Los que vivimos en espacios urbanos bien sabemos que aquí todo es algo mas que lo que se ve, que debajo de la superficie aparentemente imperturbable de las imágenes, de las fachadas, se agitan sentidos latentes, cifrados. Códigos, tormentas cotidianas de signos, cuyas corrientes de significados inciden de forma decisiva en nuestras vidas, en nuestros destinos. Los artistas y sus obras, que también somos esas ciudades, nos interpelan desde múltiples perspectivas, ofreciéndonos dispositivos simbólicos que anticipan interrogantes e inquietudes.
Manuel Pascual
http://220cultura.com/2015/08/condicion-urbana-desbordes-fotografia-cordobesa-contemporanea/
http://vos.lavoz.com.ar/artes/fotografia-cordobesa-la-ciudad-como-escenario
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